viernes, 13 de julio de 2012

Diario de verano (3)


Viernes sin sol y con tramontana. Es lo que tienen los viernes 13, que no respetan ya nada, ni que uno esté de vacaciones. Y lo peor de todo, es que fuentes fiables declaran que esa será la tónica climatológica para los siguientes días…  Ante la imposibilidad de ir a la playa o la piscina, nos tomamos la mañana de turismo medieval, en la cercana Pals, cuyo casco bien conservado nos dejó una grata impresión. Menos a la Nea, claro, que prefiere las piedras chiquitas y que se pueden mordisquear, o bien los paseos por la playa sin rumbo fijo, ladrando y corriendo entre dunas y olas. A la tarde salió el sol, pero la tramontana arreció, y decidimos estirar la siesta a ver si remitía el viento furioso… yo, reconciliado con el sillón (ayer caí dormido en él sin doblarme el cuello), me chupé el telediario entero y un cierto malestar se apoderó de mi ser al ver la que está cayendo a nivel social… Con un ojo puesto en el telediario tenebroso y el otro ojo puesto en las despeinadas copas de los árboles, me fui quedando dormidillo, con el cuello bien recto pero con el alma un poco torcida… en mis sueños, la mala racha meteorológica y la crisis económica se fueron fundiendo en una imagen onírica muy particular…

La medida de ajustar el sol y aumentar la fuerza del viento no fue bien recibida por los colectivos de guiris de la zona, quienes no tardaron en manifestarse ante este nuevo recorte a su libre derecho a gozar del verano pleno, pagado con esfuerzo y responsabilidad. La seriedad de la situación me reveló una latente vocación de reportero dicharachero, y me descubrí  haciendo fotos, tomando testimonios, intentando dejar constancia de los acontecimientos que se antojan históricos. Una mujer mayor, diría que holandesa, me dijo con la voz llorosa: “son mis últimos 3 días de vacaciones… ¿cómo esperan que los soporte así?”. Un grupo de jóvenes de distintas nacionalidades se congregaban alrededor de una improvisada tienda de campaña en el Camping aledaño, y comentaban abiertamente su desazón: este sábado iban a jugar la final del campeonato de Voleibol para el que vienen preparándose las últimas 8 semanas, y todo parece indicar que tal evento no tendrá lugar: “es triste pensar que hemos entrenado tanto para esto… y finalmente nos quedaremos sin jugar…”.  

Los trabajadores de la zona, encargados de mantener limpia la desembocadura del Ter, de señalizar los kilómetros de rutas para senderistas, de atender a los visitantes en bares y tiendas, de cuidar niños y niñas en los campamentos veraniegos, de salvar vidas en las playas del litoral, son sin lugar a duda los que sacan la peor parte de este tinglado. El tijeretazo Climatológico les da de lleno, reduciendo sus ingresos significativamente, y obligándoles a prever indignas condiciones de trabajo para las temporadas venideras (reducciones de personal, funcionar como amortiguadores del malestar sociovacacional, etc.).

Los únicos que parecen beneficiarse de la situación, son los miembros del reducido círculo de surferos; para ellos siempre es verano, siempre es ganancia, todo es oportunidad. Allí están, buscando la cresta de la ola, amparados en un sistema meteorológico que parece protegerlos pase lo que pase. Parece injusto que tantos paguen la alegría de unos pocos… Las autoridades no dan explicaciones; aplauden como si se sintiesen orgullosos de lo que están haciendo, pensando en voz alta un rotundo “que se jodan!”.

En una asamblea popular, alguien deja caer una frase lapidaria: “hemos tocado fondo…es el momento de actuar!”. Horas más tarde, decenas de improvisados artistas reivindicativos, ponen de manifiesto esta y otras frases en obras espontáneas, en pintadas, en pancartas que abanderan una marcha que se augura como la más grande que ha visto esta urbanización estival. Alguien se adelanta con un bote de pintura blanca y altera un símbolo de máxima velocidad, borrando el 3 que antecede al 0… Se voltea a la multitud y grita: “nos quieren inmovilizar… quieren que nos quedemos quietos mientras nos quitan aquello que le da sentido al verano, aquello para lo que hemos trabajado, aquello que nos hemos ganado… pero no lo van a lograr!”… La muchedumbre se echó a andar, pletórica de energía, con ganas de protestar, de ser escuchados, de que los que deciden busquen alternativas más justas, de que se les devuelva su sol y su viento tranquilo…

Al despertar, Lilian y la Nea se preparaban para ir a dar un paseo por la revuelta arena de la playa. Yo me apunté al plan y busqué mi cámara de fotos, para descubrir que una vez más la había dejado encendida… antes de apagarla, me sobrecogí al ver la última foto tomada no sé por quién, ni cuándo, ni donde… gráfico testimonio del mal sueño de una tarde de verano…

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Elucubraciones y Reflejos