Viernes sin sol y con tramontana. Es lo que tienen los viernes 13, que no
respetan ya nada, ni que uno esté de vacaciones. Y lo peor de todo, es que
fuentes fiables declaran que esa será la tónica climatológica para los
siguientes días… Ante la imposibilidad
de ir a la playa o la piscina, nos tomamos la mañana de turismo medieval, en la
cercana Pals, cuyo casco bien conservado nos dejó una grata impresión. Menos a
la Nea, claro, que prefiere las piedras chiquitas y que se pueden mordisquear,
o bien los paseos por la playa sin rumbo fijo, ladrando y corriendo entre dunas
y olas. A la tarde salió el sol, pero la tramontana arreció, y decidimos
estirar la siesta a ver si remitía el viento furioso… yo, reconciliado con el
sillón (ayer caí dormido en él sin doblarme el cuello), me chupé el telediario
entero y un cierto malestar se apoderó de mi ser al ver la que está cayendo a
nivel social… Con un ojo puesto en el telediario tenebroso y el otro ojo puesto
en las despeinadas copas de los árboles, me fui quedando dormidillo, con el
cuello bien recto pero con el alma un poco torcida… en mis sueños, la mala
racha meteorológica y la crisis económica se fueron fundiendo en una imagen
onírica muy particular…
La medida de ajustar el sol y
aumentar la fuerza del viento no fue bien recibida por los colectivos de guiris
de la zona, quienes no tardaron en manifestarse ante este nuevo recorte a su
libre derecho a gozar del verano pleno, pagado con esfuerzo y responsabilidad.
La seriedad de la situación me reveló una latente vocación de reportero
dicharachero, y me descubrí haciendo
fotos, tomando testimonios, intentando dejar constancia de los acontecimientos
que se antojan históricos. Una mujer mayor, diría que holandesa, me dijo con la
voz llorosa: “son mis últimos 3 días de vacaciones… ¿cómo esperan que los
soporte así?”. Un grupo de jóvenes de distintas nacionalidades se congregaban
alrededor de una improvisada tienda de campaña en el Camping aledaño, y
comentaban abiertamente su desazón: este sábado iban a jugar la final del
campeonato de Voleibol para el que vienen preparándose las últimas 8 semanas, y
todo parece indicar que tal evento no tendrá lugar: “es triste pensar que hemos
entrenado tanto para esto… y finalmente nos quedaremos sin jugar…”.
Los trabajadores de la zona,
encargados de mantener limpia la desembocadura del Ter, de señalizar los
kilómetros de rutas para senderistas, de atender a los visitantes en bares y
tiendas, de cuidar niños y niñas en los campamentos veraniegos, de salvar vidas
en las playas del litoral, son sin lugar a duda los que sacan la peor parte de
este tinglado. El tijeretazo Climatológico les da de lleno, reduciendo sus
ingresos significativamente, y obligándoles a prever indignas condiciones de
trabajo para las temporadas venideras (reducciones de personal, funcionar como
amortiguadores del malestar sociovacacional, etc.).
Los únicos que parecen beneficiarse
de la situación, son los miembros del reducido círculo de surferos; para ellos
siempre es verano, siempre es ganancia, todo es oportunidad. Allí están,
buscando la cresta de la ola, amparados en un sistema meteorológico que parece
protegerlos pase lo que pase. Parece injusto que tantos paguen la alegría de
unos pocos… Las autoridades no dan explicaciones; aplauden como si se sintiesen
orgullosos de lo que están haciendo, pensando en voz alta un rotundo “que se
jodan!”.
En una asamblea popular, alguien
deja caer una frase lapidaria: “hemos tocado fondo…es el momento de actuar!”.
Horas más tarde, decenas de improvisados artistas reivindicativos, ponen de
manifiesto esta y otras frases en obras espontáneas, en pintadas, en pancartas
que abanderan una marcha que se augura como la más grande que ha visto esta
urbanización estival. Alguien se adelanta con un bote de pintura blanca y altera
un símbolo de máxima velocidad, borrando el 3 que antecede al 0… Se voltea a la
multitud y grita: “nos quieren inmovilizar… quieren que nos quedemos quietos
mientras nos quitan aquello que le da sentido al verano, aquello para lo que
hemos trabajado, aquello que nos hemos ganado… pero no lo van a lograr!”… La
muchedumbre se echó a andar, pletórica de energía, con ganas de protestar, de
ser escuchados, de que los que deciden busquen alternativas más justas, de que
se les devuelva su sol y su viento tranquilo…
Al despertar, Lilian y la Nea se preparaban para ir a dar un paseo por la
revuelta arena de la playa. Yo me apunté al plan y busqué mi cámara de fotos, para
descubrir que una vez más la había dejado encendida… antes de apagarla, me
sobrecogí al ver la última foto tomada no sé por quién, ni cuándo, ni donde…
gráfico testimonio del mal sueño de una tarde de verano…
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