martes, 1 de mayo de 2012

Futuros Posibles No.3


Mi madre siempre lo supo. O al menos eso fue que me dijo cuando llegué corriendo con la noticia a casa. Le conté como mi maestro de Historia de las Culturas Vencidas (asignatura impuesta en los dominios del Nuevo Imperio Chino, del cual España forma parte desde el 2019) había hecho una excelente holopresentación (la educación universitaria en el imperio es totalmente virtual, con profesores impartiendo los cursos desde china, holografiados a cientos de provincias del imperio) en la que se dedicó a derrumbar unos cuantos mitos de la cultura norteamericana. De todos los que habló, el que más me impresionó fue la historia de Neil Armstrong y los supuestos viajes a la luna… Mi madre me escuchó atentamente, mientras me preparaba un zumo de naranja con uno de esos exprimidores eléctricos anticuados. Merendamos juntos, charlando desenfadadamente de lo que había escuchado en clase, y cuando ya habíamos cambiado al tema de mi idea de dejar la universidad, escuché a mi padre entrar por la puerta. Mientras mi padre dedicaba unos minutos a achuchar a nuestra anciana mascota Nea, y yo me disponía a ir a saludarlo, mi madre me dijo en secreto… “ehhhh, no sé si a tu padre le sentará bien la noticia… para tu padre es muy importante… lo de Armstrong, digo…”. Me pareció que estaba de guasa, y que estaba siendo irónica al respecto de la otra “noticia”, la de dejar la universidad. Así que le di dos besos a mi padre y luego de las preguntas de cajón iniciales, le dije: “papá, ¿a que no sabes qué? Lo del hombre en la luna era mentira… Neil Armstrong nunca pisó la luna, ni nadie lo ha hecho nunca!”. Le repetí todos los detalles que nos había dado el profesor Nashuri, y además le conté que la noticia me había impresionado tanto porque me había hecho recordar las noches que pasábamos viendo la luna y los planetas por el telescopio que me regaló cuando cumplí los 10 años…  No seguí hablando porque la mirada de mi padre se perdió en la nada. En cuestión de segundos, su expresión se fue tornando seria y luego enfadada, y antes de que yo pudiera preguntarle que le pasaba, soltó un sonoro “Me cago en todo lo que se menea!”. Sin decir nada, salió disparado hacia el estudio, y se puso a remover muchas cosas. Vi a mi madre en busca de una respuesta, y me dijo lo que las madres dicen: “te lo dije…”. Se dio cuenta de que no me enteraba de nada y continuó comprensiva… “hace muchos años, justo antes que nacieras, empezó a escribir una novela sobre la culpa de cargar con una mentira que ha cambiado la historia… el personaje central era Neil Armstrong…”. 

Mi padre volvió del estudio agitando unos folios por lo alto de su cabeza, vociferando un poco alterado: “¿lo veis? ¿lo veis? 25 años guardando esta historia, esperando el mejor momento para editarla y publicarla, y ahora resulta que ya no sirve para nada porque la ficción que me había inventado, resulta ser la pura verdad… ¿por qué siempre me roban mis historias?... ”. Abrió los ojos como platos, como si se hubiese dado cuenta de algo, y dijo algo así como “no, no, no, esta no me la roban…”, y se volvió a dirigir al estudio a seguir removiendo cajas… Volví a ver a mi madre, quien supo interpretar mi mirada y me dijo en voz baja: “antes de que saliera la película ‘Vicky, Cristina, Barcelona’, tu padre había empezado una novela que se llamaba ‘París-Roma-Barcelona’, sobre otro tema totalmente diferente pero no le apetecía nada la idea de cambiarle el título a su historia, y al mismo tiempo sabía que con ese título parecería una especie de copia cacofónica y perdería fuerza… nunca la terminó… y hay por lo menos otros 2 casos de novelas-frustradas por distintas razones”. Mi padre volvió con otro manojo de folios apretados en la mano, se dirigió a mí con rostro serio y contundente: “Martí… no dejes tus sueños en manuscrito, o alguien más los publicará…”. Le dio un beso a mi madre en la boca y le dijo: “ésta, nadie me la roba… me voy al estudio, a revisar el manuscrito del “libro de los pequeños placeres”, ¿vale?, y luego lo miras tu y lo mandamos a alguna editorial, ¿Vale?, yo hago la cena, pero ahora necesito un rato para revisarla y acabarla… Mañana llamo a ese tu amigo que es editor…¿vale?”.

Salió hablando para sí mismo, encendió el ordenador y puso uno de sus CDs favoritos, esos que deja sonar como mantras sin parar… Yo dije en voz baja, “pues nada, ya le diré lo de la universidad otro día…”. Mi madre tenía la cabeza en otro sitio, pero alcanzó a preguntarme “¿y qué piensas hacer si dejas la universidad?”. No sé de dónde me salió la voz, pero dije “voy a ser escritor”. Mi madre sonrió, y aunque no dijo nada, sus ojos brillantes gritaban a los 4 vientos “eso también lo sabía…”

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Elucubraciones y Reflejos