viernes, 2 de marzo de 2012

La historia sin fin...

Margarita no sabía en lo que se estaba metiendo... es decir, si sabía que aquello era un tupper con la tapa agujereada, pero no era consciente de que meterse o mejor dicho, ser metida ahí adentro, era el comienzo de una larga historia. Lo primero fue despedirse del que hasta ese momento había sido su hogar y su familia. Tampoco es que hayan corrido lágrimas, pues la relación ya era tirante desde hacía algún tiempo, pero despedirse luego de compartir 8 años, tiene una cierta dósis emotiva. En el caso de la familia, la emoción precisa era alivio, felicidad. En el caso de Margarita, la emoción no emanaba del mismo hecho de irse y despedirse, sino emanaba de no saber a dónde coño la llevaban... incertidumbre, vacío existencial...
Luego de un corto recorrido metida en aquel trasto de plástico, Margarita llegó a una habitación luminosa, y fue asculcada por varias personas, algunas de las cuales la trataron con cierta familiaridad frente a la cual, ella no supo cómo reaccionar. Uno de estos extraños fue especialmente atento, ofreciéndole comida y liberándola momentáneamente de aquella cárcel semitransparente. Bueno, la sacó de allí y la metió en otra carcel un poco más grande improvisada con cajas llenas de libros, así que tampoco es que se haya lucido el libertador...
Al final del dia, cuando Margarita ya estaba hasta las narices de escuchar la palabra CRECE, volvieron a meterla en el tupper y en la bolsa, y volvió a sentirse a ciegas, sin sentido del rumbo, a merced de la voluntad de su transportador. El trayecto fue corto, hubo una pausa de tranquilidad, pero pronto empezó otro trayecto que le depararía a Margarita una de las experiéncias más alucinantes de su vida. Y es que, ¿os podéis imaginar lo que significa para una tortuga, moverse a casi 300 kilómetros por hora? El Ave que la transportó desde Madrid a Barcelona llegó puntual, pero aún faltaba otra larga hora entre tren y caminata hasta llegar a casa... bueno, a lo que sería su hogar de acogida temporal.. bueno, un poco más que temporal.
Ahorraremos detalles a los ávidos lectores, resumiendo lo que pasó en los siguientes dias como "una cadena de desafortunadas coincidencias", que obligaron a quienes intentaban ser meros intermediarios a convertirse en amos (semi) responsables y (semi) temporales de Margarita... Ante la ausencia de un plan B, no les quedó más remedio que tirar de creatividad, convirtiendo una vieja caja de plástico en una pecera bastante digna para que Margarita se sintiera lo más a gusto posible. Quien peor lo pasó durante los primeros dias de adaptación fue Nea, la mascota oficial del hogar; no acababa de entender para que servía aquel juguete tan raro y que encima, no le dejaban masticar. Al cabo de unos dias, le dejó de ladrar.
Lilian y Rodrigo, los intrépidos amos-por-error de Margarita, se pusieron a buscar otro hogar, y se fijaron un plazo: una semana. Pero pasaban los días y ninguna de las posibilidades que iban surgiendo les terminaban de cuadrar: ¿mascota de un CEIP? ¿internamiento en un centro de recuperación? ¿condena a muerte segura en el estanque familiar de Senmenat? La cosa se complicaba, pues aunque no querían quedársela, cada puerta que se cerraba aumentaba su apego a aquella reptil que ya se les antojaba graciosa pataleando sin cesar en su caja-pecera...
Finalmente en una charla despreocupada con Loli, la madre de Lilian, la luz se abrió de par en par. "Pues traerla aquí... si las tortugas son los animales que más me gustan...". Un par de ajustes en la fuente que adornaba su patio andaluz, y el hogar definitivo de Margarita estaba listo para recibirla. Esta vez tampoco corrieron lágrimas, aunque la Nea soltó una queja sincera al verla irse sin haberle podido hincar el diente.
Margarita disfruta hoy de la grata y hasta ahora inédita experiéncia de ser mascota-deseada, rodeada de plantas y alimentada con caricias de Loli y sus nietos/as. Es inexplicable que en este entorno idílico, Margarita haya intentado suicidarse ya 2 veces, lanzándose desde "lo arto de la fuente", como dice el bueno de Antonio Juan, esposo de Loli. ¿Será lo que algunos psicólogos llaman "el autosabotaje de la felicidad", típico de las personalidades complejas como la de Margarita? ¿o será simplemente que se sentía con ganas de ir a pasear? Nunca se sabrá. Lo que si se sabe es que la historia de Margarita aún no tiene final...

1 comentario:

Sávio dijo...

Me ha encantado esta parte de la historia. Pobre Margarita... Pero por lo menos ahora tiene una vida llena de aventuras. Quién la vió en su antiguo y aburrido hogar y ahora la ve en la atractiva y peligrosa fuente sabe de lo que hablo.

Elucubraciones y Reflejos